«La profesión de actor me ha enseñado a ser muy empático»

Màrius Hernández, el actor barcelonés de teatro y televisión, se acercaba hacia nosotras con una sonrisa, a través de la multitud ante el Zurich Café de la concurrida Plaza Catalunya. El ajetreo de la gran Barcelona le otorgaba ese anonimato protector que cualquier actor desea en algún momento. Había sido una locura por nuestra parte citarnos en el centro neurálgico de la ciudad, así que cedimos la iniciativa a nuestro entrevistado, que se ofreció a conducirnos a un lugar más tranquilo.

Por IRENE BENEDICTO y LAURA FLAMARICH

Con una sencilla banda sonora y el ruido de la máquina de café, nos sentamos en un tranquilo bar: Màrius Hernandez, y el equipo de Tras el Escenario al completo. El actor fue atendiendo amablemente a nuestras preguntas, con honestidad y simpatía, manteniendo el control sobre lo que decía en todo momento.

¿Cómo fueron los inicios?

Mis padres querían que fuera ingeniero de puentes y caminos, pero yo insistía en que quería hacer un FP teatro. Para alivio de mi familia, nos fuimos a informar al Instituto del Teatre de Barcelona y descubrimos que era equivalente a unos estudios universitarios. Ahora el teatro está mejor considerado, pero en aquella época había mucho temor a que los hijos se dedicaran a la interpretación. Así que empecé la universidad e hice hasta 4 º de Historia Contemporánea, la mentira más gorda de mi vida, para que mis padres estuvieran tranquilos, hasta que no me lo pude compaginar y me decanté por ser actor.

Màrius Hernández – Por CLARA FERRER

¿Cómo llegaron a contratarte en Génova?

Fui la primera generación del Institut del Teatre que fue de Italia a hacer un seminario de tragedia con estudiantes italianos e ingleses. Allí trabaje escenas de teatro con Domenic West, el protagonista de la famosa serie The Wire. En la presentación del trabajo final de tragedia, uno de los directores me dijo «un día tú y yo trabajaremos juntos». Y no me lo creí, pero al cabo de 4 años me llamaron para hacer una interpretación de Romeo y Julieta en un teatro similar a lo que sería el Teatre lliure ahora aquí.

Entonces, ¿primero fue el teatro y luego la televisión?

De hecho, primero fue el cine. Mi primer trabajo remunerado fue a una película que se llamaba «Bajos fondos», donde Sitges y Castelldefels se convertían en las calles de Colombia. A mí lo que me gustaba era actuar y estaba muy obsesionado con hacer teatro.

Con qué género te quedas: ¿televisión, teatro o cine?

Imposible decidir, es como si te hicieran elegir entre uno de tus hijos. En directo sientes la respiración del público, hacer televisión es muy divertido, el cine es más elaborado, pero también es más lento porque esperas mucho más. Como actor es buenísimo poder probarlo todo.

¿Cómo ha sido el proceso de meterse en la piel del Teddy en la obra «Qui a casa torna»?

Ha sido muy rápido, yo no tenía que hacer ese papel. Ensayamos muy poco y aún en cada función voy precisando algunos matices. Fue muy duro, y no sólo por la cantidad de texto: tenía que trabajar la presencia, los silencios, la observación y la escucha.

¿Cómo defines a Teddy?

Teddy es quien recibe la mierda de todos los demás personajes. Yo necesitaba encontrar una justificación para poder hacer de Teddy con credibilidad… al final llegué a la conclusión de que todo lo hace por amor. O quieres a esa mujer o no aguantas todas esas humillaciones.

Nos han educado con la familia como punto de referencia, por eso también la gente con familias desestructuradas, mal que les pese, sigue teniendo un vínculo con su lugar de origen. A cuántas mujeres maltratadas no les cuesta romper con su pareja. Mucha gente con 40 años sigue necesitando que la familia los acepte, que el pasado te acepte a ti y que tú te sientas aceptado. Finalmente, Teddy descubre que en su familia continúan igual de enfermos y jura, y juro, que nunca más volveré a aquella casa. Se va a América a rehacer su vida.

¿Cómo recibe el público este personaje?

Mucha gente me ha preguntado por qué vuelve a casa sabiendo el panorama que le espera. No le entienden. Cuando Teddy explota, pronuncia un discurso tremendamente intelectual que la familia no entiende, y él es consciente. Ese es el momento en que decide callar, lo deja por imposible.

Parte del equipo de Tras el Escenario con el actor - Por Laura Flamarich

Parte del equipo de Tras el Escenario con el actor – Por LAURA FLAMARICH

¿Prefieres interpretar personajes similares a ti o radicalmente diferentes?

Encuentro más fáciles aquellos personajes que están muy alejados de mí, vas observando gente, informándote…

El irte metiendo en la piel de diferentes personas, ¿en qué medida ha aportado personalmente?

La profesión de actor me ha enseñado a ser muy empático. Tienes que aprender a justificar, siempre en positivo, lo que hace tu personaje, aunque las acciones resulten moralmente reprobables a ojos del público. Si mato a un personaje lo deberé hacer con un fin para que yo mismo me lo crea. Esto te hace ser más abierto de mente, aunque mantengas tus códigos morales y personales, te hace ser más comprensivo con la gente. Esto es lo que aprendo de los personajes.

Los personajes que vas interpretando, ¿van modificando tu forma de ser?

Es cierto que a veces hay actitudes de los personajes que tomas o que te gustaría tomar, pero la interpretación no es ir a terapia. Si me convirtiera en cada personaje que hago, sería esquizofrénico. Ahora mismo estoy haciendo de Pitu en La Riera, un personaje cómico, y de Teddy a Qui a casa torna, que es muy intelectual y muy grave. Mi trabajo es diferenciarlos. Hay una raza de actores que al leer el papel dicen «yo no lo haría». Es una actitud de actor novel, que tú no lo hagas no quiere decir que alguien no lo hiciera. Marius no mataría a nadie, pero eso no quiere decir que un personaje no lo haga y que tenga sus razones para llegar a hacerlo.

¿Qué te gustaría coger el Teddy?

Los silencios, el punto de reflexión… Me gustaría tener este momento zen de autocontrol, yo soy demasiado visceral, pero no me gustaría vivir lo que vive él.

¿Es más difícil interpretar un papel de una obra nueva o uno que ya ha hecho mucha gente?

Yo me lo tomo igual. Cada artista impregna de su arte el papel que hace. Los directores cuando escogen una obra de teatro es porque quieren explicar lo que la historia les sugiere, o incidir en un aspecto en concreto. El actor lo que hará es intentar entender el personaje desde su punto de vista y con la ayuda del director. Cuantos más referentes mejor, porque no hay que inspirar sólo en la calle. Tienes que ser personal, ponerle tú de tu parte.

¿Tener referencias no añade presión?

En absoluto. Cuando te dan un papel tienes una sensación de vértigo, no sabes por dónde cogerlo. Los referentes son de gran ayuda. También según tu momento vital, enfocas el personaje de un modo u otro. Ahora miro hacia atrás y haría muchas cosas de manera distinta.

¿El director te dio muchas pautas para interpretar el personaje?

He sido y todos hemos sido muy libres. Los actores somos un poco neuróticos. La inseguridad, los miedos…siempre estamos expuestos, va ligado con nuestra profesión. El 90% de los actores son tímidos. Yo de pequeño era tímido a matar, lo reconozco. Hay momentos en que necesitas que te digan un poco por dónde ir. Cuando te dan mucha libertad, según cómo te levantes ese día puede que te encuentres un poco perdido.

¿Tienes algún tipo de ritual personal antes de empezar una obra?

Depende del espectáculo. Los actores en general somos supersticiosos. Con esta función lo he intentado pero no ha habido manera. En la obra me propuse tocar una llave que llevo en el bolsillo, antes de entrar. Estos pequeños ritos son como la pluma de Dumbo. Yo soy el autista de la función, necesito un mínimo de concentración ya que es una obra de una gran complejidad emocional. Necesito mis segundos de concentración y repaso algún trozo del papel en concreto, no todo.

¿En qué proyectos estás trabajando ahora?

Un grupo de jóvenes que ha terminado la carrera han hecho una compañía propia, “La blava” y como doy clases en el Colegio del Teatro, me pidieron si les podría dirigir. Pronto nos estrenaremos con una comedia de Shakespeare, “Al vostre gust”. En las tierras baleares ya había dirigido, pero estoy muy contento de que hayan contado con migo para esta comedia. Con los chicos, estoy intentando transmitir diversión, que sea algo muy bueno para el espectador cuando este lo vaya a ver. Solo con ver que tengo diez personas con toda la energía del mundo estoy muy agradecido y es muy fácil trabajar con ellos.

¿Cuándo podremos veros?

Estrenaremos en Cerdanyola el día 29 de Junio y haremos un bolo en las Planas el 12 de Julio.

¿Qué crees que la falta al teatro hoy en día?

Una buena gestión por parte de las instituciones. Por parte de los creadores, ser más humiles y menos pedantes. Contar historias, a la gente le gusta escucharlas, más sentido del humor estamos en una ciudad muy seria. Vivimos en una ciudad donde el significado de lo intelectual no está bien comprendido, entendemos una comedia como falta de culto y no es así, hay comedias que genera un nivel de reflexión elevadísimo. Parece que en Barcelona para ser intelectual, para ser reflexivo tienes que ser serio, en otras ciudades eso no sucede.

¿Qué clase de papel te gustaría interpretar ahora mismo?

Màrius Hernández durante la entrevista – Por CLARA FERRER

Tengo muchas ganas de hacer comedia. Pienso que la comedia tiene que hacerse desde la seriedad: la comedia es cruel porque la gente se ríe del problema de del personaje, que hace el tonto. Yo con una buena comedia sería muy feliz.

Parece que “Qui a casa torna” os deja con ganas de comedia…

No, lo mío ya es histórico, siempre he hecho clásicos o cosas muy contemporáneas, nunca he hecho teatro comercial. Lo único comercial que he hecho ha sido en televisión.

Hacer el ‘Pinter’ me ha ido muy bien en contraposición con la tele, me ha compensado. Pero en realidad yo soy más cómico que dramático. En estos tiempos que corren, es el momento de enviar mensajes positivos y alegres, porque las pocas noticias buenas que nos llegan se funden entre tantas malas. No digo que seamos ilusos, pero sí que transmitamos un poco de positividad.

¿Te gustaría crear un personaje para ti?

Claro que sí, hay ideas, proyectos, evidentemente, pero es esto que ahora estoy sobrepasado, ¡tengo un blog con solo dos entradas, no tengo tiempo! A mí me encanta escribir, pero como hobby. Era un espacio para dar mi opinión sobre cosas que pasan, criticar, comentar historias…

En una de las entradas de tu blog hablabas de que todo el mundo debe de tener sus 15 minutos de gloria antes de morir, ¿podrías explicarnos esta idea?

Todo viene porque un chico que vino a ver “Qui a casa torna”, publicó una crítica en internet donde nos reprochaba que “no había suficientes silencios pinterianos”, y pensé “¿te has leído un manual donde dice que los silencios de Pinter deben ser de ese modo?”. Muchas veces gente que no ha pisado en su vida el terreno hace críticas, pero para ser crítico más allá de ser un gran teórico, es necesario que vivir un proceso real de ensayos para hacerte a la idea de lo duro que es. Es cierto que el teatro te tiene que entrar por el estomago. Sino le gustó, yo lo respeto. Con lo que no puedo es con la destrucción del trabajo de los otros.

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