La complicidad que traspasa el escenario

Betsy Túrnez y Paloma Jiménez son actrices y  dramaturgas, las creadoras absolutas de la obra Crucidramas con la compañía Bromas Aparte. Nos encontramos en el Teatreneu, en el barrio de Gracia de Barcelona.

Por IRENE BENEDICTO y SARA SÁNCHEZ

Betsy Turnez y Paloma Jiménez en el escenario del Teatreneu. Foto por IRENE BENEDICTO

Betsy Turnez y Paloma Jiménez durante la entrevista, sobre el escenario del Teatreneu. Por IRENE BENEDICTO

Nos colamos en la sala en mitad del ensayo. Por sugerencia de Betsy Túrnez, asistimos al final del ensayo, así que acompañadas por el responsable de la entrada, pasamos en silencio a la sala. Las luces están apagadas. Nos quedamos quietas, sin saber cómo es el lugar donde nos encontramos. Una silueta se mueve a poca distancia de nosotras y se oye ‘¡Ahora entráis!’. Se hace la luz sobre el escenario, con las dos actrices sobre él. La iluminación se extiende por toda la estancia. Con la visión del café teatro parece que hayamos hecho un viaje en el espacio y el tiempo hasta los suburbios de Nueva York en los años 50. Sin embargo, aunque muchos barceloneses se sorprenderían, nos encontramos en el barrio de Gracia de la capital catalana. Un lugar tan peculiar como acogedor, que invita a ser espectador del arte más cercano, y a tener conversaciones tal vez cultas, tal vez desenfadadas.

Hoy toca ensayo técnico. El  espectáculo consiste en 10 sketches cómicos protagonizados por las actrices, de manera que el atrezzo y el vestuario cambian constantemente. Respetar el tempo de las transiciones es muy importante para que interpretación y escenografía vayan coordinados. La misión del director de la obra, Miguel de Molina, es que actrices y técnicos de soporte  vayan perfectamente sincronizados. El estreno es el próximo 30 de abril y ya están en la fase de ultimar preparativos.

¿Qué técnicas utilizáis para meteros en un papel?

Paloma Jiménez: Las personas con la que voy tropezando a lo largo de mi vida van quedando registradas dentro de mí. En algún momento, todos hemos sido el que se acerca a la ventanilla con un problema, y el que está al otro lado poniendo inconvenientes y diciendo que lo siente pero es política de empresa, llevamos muchos personajes dentro. A veces, cuando alguien es desagradable conmigo pienso, un día haré una escena de ti a modo de venganza. Luego hay otros métodos para entrar en tu historia, como escuchar la música que tu personaje escucharía, por ejemplo. Cuando voy disfrazada, interpretando un papel pierdo toda la vergüenza, dejo de ser yo y me da igual todo.

Betsy Túrnez: En ocasiones el personaje te resulta lejano. En la obra de teatro Oxigen, tuve que hacer de una mujer mandona y gritona que se estaba intentando quedar embarazada pero no podía…un tipo de persona que me producía rechazo, y me estaba costando mucho meterme en el papel. Entré en foros de mujeres que tenían este problema, para saber lo que se contaban unas a otras, lo que las hacía sufrir, lo que hablaban con su marido… Me empapé de sus miedos, lo que les ha llevado a ser como son. Más que la documentación, lo que te ayuda es profundizar en la psicología del personaje.

¿Siempre tuvisteis claro que ibais a ser actriz?

B.T. No sabría decir desde cuándo he actuado, desde que tengo uso de razón. Con 15 años quise entrar en el Institut del Teatre pero me dijeron que era demasiado jovencita. Me recomendaron ir a alguna escuela de interpretación hasta que tuviese la edad para acceder, y entré en la Escuela de  Nancy Tuñón, donde completé mi formación de 4 años. Pero cuando sales, te das cuenta de que la formación no ha terminado. Hay gente a la que le cuesta aguantar en la profesión porque no es solo cuando entras al escenario para un ensayo o una función. Ser actriz no es un oficio, es una forma de vida.

P.J. Cada una tiene sus referentes. Yo me formé también desde los 15 años con Txiki Berraondo. Me fascinó su fuerza, su lenguaje… Aun pongo en práctica sus consejos. Por ejemplo, nos decía que fuéramos nuestro personaje desde que salíamos de casa y cogíamos el metro hasta el ensayo. Luego vinieron muchos más cursos, pero lo que aprendí de ella es lo que más me ha ayudado. Y por supuesto, experiencia.

¿Qué implica esa forma de vida, a nivel práctico?

P.J. Es un estrés constante, pero a la vez es muy divertido. Nos enteramos hace poco de que estrenamos, ¡y es genial!. Pero yo ahora mismo estoy trabajando en otro sitio, además doy clases de teatro, he de venir a ensayar, comprar el material que falta, ir pensando en la escena que hay que cambiar… y luego vienen épocas en las que parece que no vaya a salir nada, pasas de un extremo a otro. Si tuviéramos una nómina asegurada, unos horarios, y la tranquilidad de que siempre estarás actuando, creo que lo disfrutaría mucho más. Llega un momento en que te cansas de ser siempre hippy.

B.T. Es todo. De repente te llaman concediéndote una serie, una producción de televisión que da mucho dinero. Ruedas dos temporadas, te acostumbras a un ritmo de vida y un día, también de repente se termina todo, serie, personaje…¿Y ahora qué? Has de aprender a distribuirte tus ingresos, porque no sabes cuándo va a ser el próximo papel, y tienes que estar activo continuamente.

¿Cómo influye el ser actriz en la forma de ver y entender el mundo?

P.J. Yo tengo una manía que es que al explicar cosas las actúo en vez de contarlas. Para crear nos basamos en lo que nos pasa en el día a día.

B.T. Sí, nos convertimos en esponjas de lo que nos rodea, muchas veces de forma inconsciente. En función del personaje que estés trabajando, tu manera de ser y estar también se modifica. Te salen gestos que ni siquiera son tuyos sino del personaje. A veces estás en casa y te preguntas, ¿cómo cocinaría mi personaje? En Crucidramas los 10 papeles que interpreto son acelerados y cómicos. En cambio, en El Rei Borni mi personaje era Lidia, una mujer pausada, sumisa; y recuerdo que Paloma se extraño del candor que se me puso en la forma de hablar. Con Alain Hernández, que hacía de mi pareja, decidimos improvisar escenas en localizaciones reales. La reacción de la gente del entorno nos permitió ir dibujando nuestro personaje y naturalizarlo.

Es cierto, Betsy Túrnez y Paloma Jiménez, más que hablar, interpretan. Actúan todo el tiempo, escenifican las anécdotas que nos cuentan. Su expresión pasa del candor a la aceleración y llega a asustar la velocidad a la que muda la expresión de su rostro. Por eso no es de extrañar que cuando preguntamos cómo nació Crucidramas, respondan que  fue sin proponérselo.

La complicidad entre las dos actrices se hace evidente dentro y fuera del escenario- Foto por IRENE BENEDICTO

La complicidad entre las dos actrices- Por IRENE BENEDICTO

P.J ¡Salió sin querer! Nos conocimos en un casting multitudinario, de esos en qué esperas durante horas. Enseguida surgió una conexión muy bestia, y fuimos quedando para tomar un café, ¡contarnos las cosas era todo un espectáculo! Decidimos canalizar toda esa energía y trasladarla sobre el escenario. Nos hacíamos gracia, y es importantísimo trabajar con alguien que te haga gracia. Es cómo con tu pareja, hace falta esa complicidad. Por eso Crucidramas salió tan fácil, se basa en la vida real. Desde la comedia le damos la vuelta a eso que es tan dramático.

B.T. Crucidramas, son dramas diarios contados desde el humor. Algunas escenas recrean reality shows, en auténticos falsos dramas, personajes televisivos que llegan a superar la ficción.

La complicidad se hace evidente cuando hablan, se interrumpen y se completan las frases mutuamente,  se ríen a carcajadas. De repente, les viene a la memoria una anécdota común y nos la explican (bueno, nos la escenifican)  y ríen de nuevo y se ponen melancólicas contando cómo se conocieron. Sin embargo,trasladar esa buena relación al ámbito profesional ha sido todo un reto, explican:

P.J. A medida que se acercaba el estreno nos desencontramos un poco. Salieron los miedos y las inseguridades  de cada una. Todo estaba yendo perfecto y de repente no entendernos la una a la otra fue una sorpresa, lo vivimos casi como un drama. Discutíamos y por un momento piensas, ‘yo así no puedo trabajar’…

B.T. Lo mejor es que aunque discutamos a los cinco minutos ya estamos diciendo ‘no, si tú tienes la razón’ ‘No, la tienes tú’… (risas) se soluciona pronto, lo hemos ido superando todo!

 ¿Cómo ha sido la experiencia de escribir vuestra primera obra de teatro?

B.T. Yo era la primera vez que escribía una obra, y nunca hubiera dicho que podía hacerlo. La fuimos creando a base de improvisar, grabarnos mientras actuábamos para escucharnos luego y coger lo mejor cada vez. Ha sido una experiencia muy reveladora, te da más herramientas para tu trabajo, y sobretodo mucha fuerza y confianza.

P.J. En mí caso, ya había escrito cuentos infantiles y obras de teatro para niños, pero esto ha sido totalmente distinto. Ha sido la oportunidad de ser libres para crear. El personaje ha salido de nosotras, por eso es tan natural, tan puro. Cuantas veces nos han dado un papel y hemos pensado ‘vaya…yo no lo diría así’, pues aquí hemos podido cambiar el guión tantas veces como hemos querido.

Ya que erais las escritoras y actrices de la obra, ¿os planteasteis ser también vuestras propias directoras?

P.J. En un principio no buscábamos director, la obra era cómo nuestro bebé. Ya nos manejábamos, nos lo pasábamos muy bien creando, ensayando… Pero nos faltaban enlaces. Teníamos escenas pero no teníamos un espectáculo cohesionado. No queríamos que se nos quedara otro proyecto más sin hacer, en el baúl de los recuerdos. Además, Betsy ha trabajado bastante de actriz pero yo no tanto, y eso nos ralentizaba. Necesitábamos una energía externa, dejar de hacer algo para que otra persona lo hiciese. Nos dimos cuenta que un director era necesario.

B.T. Una visión externa es súper importante. Una cosa es lo bien que nos lo podamos estar pasando durante la escena, pero necesitamos que desde fuera nos hicieran correcciones interpretativas, nos marquen el ritmo, que todo encaje. Además, por muy de acuerdo que solamos estar, no siempre lo estamos, entonces debe haber alguien que diga ‘es así y punto’.

ensayo

¿Es difícil asimilar que una persona externa os dé indicaciones sobre lo que vosotras habéis creado?

P.J. Sí, claro. El proceso ha sido distinto al habitual: no ha sido un director que ha buscado unas actrices a las que les dice lo que tienen que hacer y ellas se callan. En nuestro caso, la obra había sido tan nuestra desde el principio (desde hacía casi dos años) que nos ha costado aceptar la presencia de Miguel de Molina, el director. Cuando nos decía que quería cambiar alguna cosa, chocábamos. Nosotras defendíamos lo nuestro, no por querer tener la razón, sino porque ya le habíamos dado mil vueltas y ¡realmente lo veíamos de esa manera!

B.T. Para Miguel al principio fue difícil. Las dos tenemos un carácter muy fuerte, aunque podamos parecer muy majas ahora- risas-. Pero hubo un punto de inflexión en el que él pidió que nos aclaráramos: ‘Si queréis que os dirija, dejadme dirigíos’. Al final sus aportaciones han sido muy positivas. Él le ha dado lado una vuelta de tuerca a algunos sketches que nosotras reescribimos.

¿Hicisteis una especie de casting para fichar a un director?

P.J. ¡Así fue! Primero cogimos a un chico maravilloso muy majo, Javi. Pero no hablamos el mismo lenguaje y no nos entendíamos bien, así que simplemente le dijimos que la cosa no funcionaba. Luego también pasaron por aquí Elías, Carolina…ambos con buenas ideas, pero sucedió lo mismo, no funcionábamos juntos…Hasta que encontramos a Miguel.

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¿Os preocupaba la reacción del espectador?

B.T. Yo tenía mucho miedo porque pensaba ‘tu y yo nos reímos mucho, ¿pero a la gente le va hacer gracia?’ Por eso hicimos una muestra a puerta cerrada en la Nau Ivanow y nos sorprendimos al ver que la gente se partía, que respondía a algo tan particular, tan nuestro. Fue un alivio, y tiramos para delante.

P.J. A mí no me preocupaba, yo confiaba en nuestra complicidad y lo graciosas que somos juntas (risas). Desde fuera es algo valioso porque la gente va al teatro a pasárselo bien, a ver ahí gente viva a la que le pasen cosas, que les haga tener ilusión, jugar…Y la relación con el público en salas pequeñas siempre es más próxima.

¿Cómo es el proceso de hacer público vuestro proyecto ?

P.J. Es complicado porque tenemos los nervios del estreno y aún muchas cosas de las que encargarnos: redes sociales, escenografía, vestuario… Ojala tuviéramos a alguien que se dedicara a esto para poder concentrarnos en lo nuestro y relajarnos un poco. Pero también tiene algo bonito, es como cuando empiezas con un negocio.

B.T. Ahora estamos pensando en hacerlo en vivo en la calle, así de repente, como una pequeña degustación que encienda la curiosidad de la gente, y repartir flyers. Como los comediantes que iban de pueblo en pueblo en la edad media. Ese es el objetivo de nuestra compañía ‘Bromas aparte’: innovar, provocar un poco, a la vez que recuperamos la esencia de los inicios del teatro.

La entrevista termina porque el conserje tiene que cerrar el teatro. Hace una hora y media que ha terminado el ensayo y el buen hombre quiere irse a comer, ¡ya son casi las 4 de la tarde… y eso que les dijimos que solo serían unos minutos! Pero es del todo imposible no dejarse atrapar por la alegría de estas dos actrices. Hace que desaparezca la distancia que podría suponer una entrevista, de la misma manera que rompen la barrera del escenario con el público. Su complicidad es tan fuerte que envuelve también a su interlocutor, haciéndolo sentir entre amigos.

  • Enlaces de interés:

Si te han entrado ganas de ver Crucidramas, puedes ir haciendo boca con el trailer del espectáculo

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Y si te gusta Betsy Túrnez, en su página web puedes ver toda su trayectoria en teatro, cine y televisión